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Tras el ¿por qué no te callas?

El gran teatro de Chávez

Nunca llueve al gusto de todos. Y parece que en la política menos que en ningún sitio. Después del incidente de la Cumbre Iberoamericana en Chile entre Hugo Chávez, presidente de Venezuela, y el monarca español, Don Juan Carlos, -con la frase célebre que éste le espetó al caudillo venezolano de ¡¿por qué no te callas?!- se han encontrado las armas para el enfrentamiento no sólo fuera de nuestras fronteras, sino que el duelo se traslada a casa. Gobierno y PP han encontrado otro filón para la confrontación.

Las injurias e insultos de Chávez contra España tuvieron la respuesta del Rey Don Juan Carlos, una respuesta a una actitud chulesca que ha servido para que el jefe de Estado venezolano, arremetiera de nuevo contra España asegurando que está revisando a fondo las relaciones diplomáticas, económicas y políticas entre su gobierno y el de José Luís Rodríguez Zapatero, un anuncio que pretende avivar las tensiones existentes entre ambos países.

En esta ocasión le ha tocado a España y a los empresarios españoles con intereses en Latinoamérica, en general, y en Venezuela, en particular, ser el enemigo exterior para distraer la atención de los ciudadanos. Este clon de Fidel Castro –como lo denominan, entre otros, Raúl Rivero, periodista y poeta cubano– ha querido poner un antes y un después tras el acontecimiento de Chile. Un después que debería estar marcado por una reflexión sobre la situación actual de España en lo que a política exterior se refiere y otra que es deliberar sobre los modelos populistas que cada vez son más, en detrimento de las libertades democráticas.

Esta vez ha sido el ¿por qué no te callas? el teatro que le sirve a Hugo Chávez para un propósito muy descarado: que se esté más atento a la disputa diplomática que al engaño de un autócrata insaciable, es decir, alejar la atención del destrozo que está haciendo de la Constitución que queda de Venezuela. Así, mientras España y el resto del mundo se centran en el altercado de la Cumbre, Chávez persigue su reelección indefinida.

En este contexto de colapso diplomático hay una lección que nuestro gobierno y la oposición deben saber, y es que España necesita la unión de ambos partidos en los asuntos de Estado.

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